sábado, 29 de diciembre de 2007

Cuento de Navidad

Cuentan las crónicas que en el año 94, se celebró una competición de remo entre dos equipos, uno compuesto por españoles y el otro por japoneses. Se dio la salida y los remeros japoneses empezaron a destacar desde el primer momento. Llegaron a la meta y el equipo español lo hizo con una hora de retraso sobre los nipones. De vuelta a casa, el equipo español se reunió para analizar las causas de tan bochornosa actuación llegando a la siguiente conclusión: "Se ha podido detectar que en el equipo japonés había un jefe de equipo y diez remeros, mientras que en el español había un remero y diez jefes de servicio, por lo que para la próxima competición se tomarán las medidas adecuadas".


En el año 95 se dio de nuevo la salida y nuevamente el equipo japonés se empezó a distanciar desde la primera remada. El equipo español llegó esta vez con dos horas y media de retraso sobre el nipón. La dirección se volvió a reunir después de un sonado rapapolvos de Gerencia, para estudiar lo acaecido y vieron que ese año el equipo japonés se compuso nuevamente de un jefe de equipo y diez remeros, mientras que el español, tras las eficaces medidas adoptadas el año anterior, se compuso de un jefe de servicio, dos asesores de gerencia, siete jefes de sección y un remero.


En el año 96, como no podía ser diferente, el equipo japonés se escapó nada más darse la salida. La trainera que este año se había encargado al departamento de nuevas tecnologías, llegó con cuatro horas de retraso. Tras la regata y a fin de evaluar los resultados, se celebró una reunión de alto nivel en la planta noble del edificio, determinando lo siguiente: "Este año el equipo nipón optó una vez más por una tripulación tradicional, formada por un jefe de equipo y diez remeros. El español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial de los departamentos de Calidad Total e Informática, optó por una formación mucho más vanguardista y se compuso de un jefe de servicio, tres jefes de sección con plus de productividad, dos auditores y cuatro vigilantes jurados que no quitaban ojo al único remero al que habían amonestado y sancionado quitándole todos los plus e incentivos por el fracaso del año anterior. Tras varias horas de reuniones se acordó para el año 97 que: "El remero será de una contrata externa, toda vez que a partir de la vigésimo quinta milla marina se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla, que roza el pasotismo en la línea de meta. "Por lo que, tras un minucioso análisis, se llegó a la siguiente conclusión: "El remero es un incompetente".

No es el de Dickens, pero resume bastante bien la incompetencia de las empresas españolas.

Va por todos los remeros que realmente mueven el mundo...

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